¡Empecemos por el nido!: Pelar las patatas, enjuagarlas y cortarlas paja. Es importantísimo
no volverlas a enjuagar con agua, si no, perderían el almidón y se pegarían unas con otras en el molde. el nido usado es similar al de la foto adjunta.
Un
truco para que no se nos enfríen (por el trabajo que cuesta tenerlo todo a punto) es darle un poco de calor en el horno. Vuelven a estar crujientes y riquísimos.
Las carrilleras tampoco son difíciles. Si es verdad que el vino y un buen sofrito nos van a ayudar mucho a darle un sabor inolvidable.
Todos y todas sabemos que el secreto de una buena comida proviene del refrito ( bien nos lo han repetido todas nuestras abuelas y madres), así que no vamos a ser menos, y utilizaremos (para 4 personas):
- Dos cebollas.
- Dos zanahorias.
- Un pimiento verde.
- Un tomate maduro.
Cortamos, troceamos y refreimos con un buen "chorreoncito" de aceite de oliva virgen. Una vez obtengamos ese buen color que a todos nos gusta en el sofrito, añadimos las carrileras cortadas en cuatro trozos, un vaso de Pedro Ximénez, un vaso de fondo oscuro (más adelante subiré la receta), dos hojitas de laurel, pimienta negra, sal y un poco de tomate frito. Removemos todos los ingredientes y tras una media hora de cocción, y comprobando que las carrilleras están en su punto, las apartamos para que reposen durante un rato.
Mientras tanto, ¡escalfemos el huevo!
En una sarten pequeña, ponemos a hervir el agua con un buen chorreón de vinagre y tras la ebullición, estampamos el huevo con un poco de sal en la yema y lo apartamos cuando esté hecho.
Tenemos hecho el nido, las carrilleras y el huevo escalfado... ¡solo nos queda montar y comer!